Ya en época de los romanos se producía vino en la parte central de la provincia de Tarragona, aprovechando el clima mediterráneo suave de la zona y su suelo calcáreo y ligero. Después de la colonización árabe, los monasterios contribuyeron a recobrar las variedades viníferas y el arte de elaborar vino. El cultivo continuó durante siglos hasta el extremo que en el 1900 el 54% de la provincia estaba cubierto de viñas. La filoxera representó un revés considerable para la zona. El siguiente revés fue la fragmentación de la zona de producción en diferentes denominaciones como Penedès, Montsant, Priorat, Conca de Barberà o Terra Alta.
En 2005, se define la zona de producción actual en 73 términos municipales situados básicamente en las comarcas del llamado “Camp de Tarragona”, Tarragonès, Baix Camp, Alt Camp i una parte de la Ribera d’Ebre.
En estas zonas tan diferenciadas se produce una extensa gama de vinos. En toda Europa se recuerdan los famosos vinos dulces Tarragona Classic que, a mediados del siglo XIX conquistaron el mercado británico y siguen teniendo elaboradores que continúan la producción de estos vinos de misa, dulces y generosos.
Para elaborar los vinos blancos, que son los que predominan, se emplea uva de las variedades macabeu, parellada y xarello. El resultado son unos vinos muy suaves y de color brillante. Los tintos son firmes y aromáticos, y se elaboran sobre todo con las variedades de uva cariñena y garnacha. También se hacen rosados frescos y de color cereza, así como distintas variedades de vinos licorosos especialmente apreciados, como la mistela, el moscatel, vimblanc o vino rancio.
Desde hace unos años, cosecha tras cosecha, aparecen novedades interesantes, algunas excelentes y todas a precios muy competitivos, especialmente en vinos tintos. La revolución de calidad está ofreciendo resultados y las viñas viejas de cariñena y garnacha pueden dar, en zonas de suelos pobres, verdaderas joyas con vinos tintos corpulentos, con expresión aromática y un paladar sensual.