DO Conca de Barberà

   

La Conca de Barberà es una comarca situada al norte de la provincia de Tarragona y la zona de producción vinícola se concentra en la cuenca del rio Francolí y su afluente, el Anguera y en las laderas hacia las montañas que la rodean. La acción de estos dos ríos al largo de milenios ha configurado un valle fluvial rodeado de cadenas montañosas.

El clima es mediterráneo de transición entre la suavidad de las comarcas del litoral de Tarragona y la plana de Lleida. Recibe una cierta influencia del mar, pero con inversiones térmicas invernales que favorecen las heladas. Los suelos son mayoritariamente calcáreos y pobres en materia orgánica.

La evolución de la viticultura en la Conca de Barberà ha ido siempre ligada a la evolución histórica de la comarca. Las épocas doradas del cultivo de la vid fueron la romana y en especial la baja edad media con los monjes de la orden del cister (Abadía de Poblet) y los monjes templarios de Barberà, que transmitieron a los agricultores los conocimientos para elaborar vinos.

Con posterioridad a la filoxera, las cooperativas se convirtieron en el motor de la comarca. Hoy, muchas de estas cooperativas de estilo modernista, son conocidas como las catedrales del vino: l’Espluga de Francolí (1912), Sarral (1914), Barberà (1917), Rocafort de Queralt (1918), Montblanc (1919) o Pira (1919), a cargo de importantes arquitectos como César Martinell o Pere Domènech.

Aunque la producción de vinos siempre ha sido alta y de calidad, en épocas anteriores se destinaban a exportación a granel para producir aguardientes en el norte de Europa o América y cava en la zona del Penedés. En la actualidad, 37 productores cultivan unas 4.700ha y producen vinos de calidad i prestigio.

El trepat

No se puede hablar de la DO Conca sin hablar del Trepat. El Trepat es la variedad más destacable de la DO Conca de Barberà y es una uva autóctona de la zona. Es una variedad difícil con unos racimos pequeños y violetas que dan vinos con poco color y poco grado. En los estudios de enología siempre se había identificado como una variedad óptima para hacer rosados. A partir del 1996, el Trepat vive una segunda vida cuando es aceptado por el Consejo Regulador del Cava como variedad para hacer cavas rosados.

Antes, decenas de agricultores de la zona habían arrancado las viñas de trepat para plantar lo que llamaban “variedades mejorantes”, muchas procedentes de Francia, como el Cabernet Sauvignon o el Merlot. Estas variedades producían vinos negros de color oscuro y grado elevado y el Trepat pasa a ser anecdótico.

Hasta el 2004 donde uno de los principales productores de la DO, Carles Andreu decide embotellar un vino negro 100% Trepat.
Se podía hacer vino negro con Trepat?
En aquel momento nadie tenía la respuesta porque no se había intentado. En otros lugares del mundo se elaboraban negros con poco color como el Nebbiolo, al Piamonte italiano. Pero era una visión diferente de los vinos tintos de la zona.
Hoy en día un Trepat del celler Josep Foraster es uno de los “20 vinos memorables por 20 dólares” destacado por el crítico de vinos del New York Times Eric Asimov y una gran parte de la producción se vende en Nueva York.

 


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